Distancia: 114 Kms. Altitud: 1.556 metros.
Una música con sonidos de naturaleza suena de fondo, es la alarma del móvil que al contrario que otros días me despierta amablemente. Como comentaba ayer duermo en Culla, una pequeña localidad de la ruta. Me pareció un pueblo con mucho encanto, conserva gran parte de los restos y trazado medieval que al parecer es el motivo de su origen. Ayer por la tarde, al llegar pregunté por un lugar donde quedarme. Gracias al propietario de un restaurante encuentro a la propietaria de una casa rural que me deja dormir por 15 €. Toda una casa de tres plantas para mí aunque sólo uso dos habitaciones: el salón y el dormitorio. Se convirtió en otra de mis samaritanas ya que cuando iba a salir a cenar me encontré los tres restaurantes cerrados y tuve que ir a su casa para comprarla algo que cenar. Finalmente me veo en su portal pidiendo un poco de arroz, un trozo de pan o algo sencillo que pudiera cocinar. Me da a parte una lata de atún para dar un poco de “mejunje” al arroz. No me cobra nada. El único problema es que con el día que tuve se me olvido preguntarle el nombre de la casa. Es fácil, por la carretera que cruza el pueblo a mano izquierda. Gracias desde estas líneas!.
Lo bueno de dormir en un sitio como Culla, situada en un alto, es que la ruta empieza descendiendo. Los 25 primeros kilómetros se me pasan volando, en Atzeneta del Maestrat paro a hacer mi primer avituallamiento con café y sellar el salvoconducto. La ruta esta muy bien señalizada.
La carretera es un continuo sube y baja que hace muy entretenido el recorrerla. El tiempo es muy bueno, cosa que se agradece. En Les Useres no me detengo, pero me ofrece unas vistas ya pasada la localidad que me han gustado mucho.
Hasta L’Alcora no realizo otra parada. Allí hago mi segundo avituallamiento esta vez con tortilla. Es un pueblo bastante grande donde uno puede encontrar todo tipo de servicios. Aquí para sellar voy directamente al Ayuntamiento. Me dicen que no tienen sello, llamaron a la oficina de turismo que confirma lo dicho. Me ponen el del Ayuntamiento y retomo mi ruta con la duda que me surge por no encontrar, a pesar de llamar a varios sitios, hotel en Montanejos. Si me lanzo a recorrer la distancia no sé si tengo alojamiento y no quisiera encontrar problemas para dormir. Durante el viaje me encuentro una zona de plantaciones de mandarinos que me sorprenden y van alegrándome el camino.
Con este dilema van pasando los kilómetros y llego a Onda, municipio declarado conjunto histórico artístico. En un principio tengo intención de replantearme la ruta por lo comentado del alojamiento en Montanejos, quedándome a dormir aquí, en Onda, y dividir la distancia que me queda hasta Valencia en dos partes que me asegure la pernocta a cubierto. En la oficina de turismo me ofrecen todas las facilidades y la información detallada de lo que puedo hacer. Después de recorrer un rato la ciudad y ver que es muy pronto decido seguir. Por fin, con ayuda, consigo reservar en casa Ovidio.
AVISO: Montanejos es una localidad muy dependiente de la actividad del Balneario. Cuando este cierra muchos de los servicios que tiene el pueblo como alojamientos o restaurantes. Lo hace a partir de la segunda quincena de noviembre.
Desgraciadamente el sol se retira y se pone a llover, la ley de Murphy establece que cuando lo hace no puede haber un sitio donde refugiarse cerca y en el caso de ir en bici para que os voy a contar. A los diez minutos de salir y empezar la subida hacia Montanejos lo hace de una manera que me obliga al cabo de una hora a detenerme y cambiarme completamente de ropa a pié de carretera. Desde Onda hasta Montanejos es todo subida lo que hace que el ritmo sea más lento. Agua, agua y más agua ¡qué barbaridad!.
Después de 9 horas llego a Montanejos. Visto la lluvia que ha ido cayendo no he podido hacer muchas fotos, pero el recorrido me ha encantado. Los paisajes que me acompañan con los olores hacen que me sienta a pié de playa.
Llego a Montanejos y directamente voy al hostal casa Ovidio. Son 30 € la noche. Agradezco a los propietarios la acogida, porque con las pintas que llevaba creo que daba más miedo que pena. Aprovecho para darme un paseo por el pueblo y volver para descansar, hoy ha sido un día duro.
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